lunes, 22 de agosto de 2011

EL PLACER DE LA LECTURA

Tras visitar esta mañana el blog Grupo Maternal y leer la reflexión de Mónica, A VUELTAS CON LA LECTURA, sobre un  artículo publicado en la versión digital de "El Correo de Andalucía" que lleva por título "70 palabras por minuto: velocidad de lectura en Primaria" no he podido reprimirme el placer de expresar mi opinión al respecto. Lo primero que me evoca el título del artículo del correo, no es algo que tenga que ver con el placer de leer sino con una carrera de obstáculos que se inicia incluso antes de que las criaturas comiencen a dar sus pasos en Primaria. Si, con esta medida, quieren fomentar el hábito de la lectura entra las personas pequeñas se les está yendo de las manos. La política siempre se interesa por las estadísticas porque con ello es fácil manipular la "verdad" que luego nos venden. Ayer mismo visionaba una comedia que lleva por título "El planeta libre" donde aparece una escena que nos muestra esta realidad de las estadísticas y los políticos. Si la política, que no olvidemos está bien ligada a la educación  que sustenta y defiende, quisiera realmente conocer  y crear estructuras que realmente favorezcan a la ciudadanía, huviera tenido que empezar por preguntar: ¿cuales son los intereses reales de las personas de 7 años? Inabarcables respuestas, por otro lado, para sujetarla a los resultados cuantitativos de una encuesta.

La primera lectura que realice en relación a la Educación Creadora fue un texto de Vega Martín que lleva por título "Educación Creadora. Acercamiento al libro y la literatura". En el texto Vega explica como afrontó este reto, que los políticos son incapaces de acotar, con niñ@s de entre 3 y 5 años. Como asistir este aprendizaje que, indiscutiblemente, cualquier persona por corta que sea su edad puede gestionar desde sus propias necesidades e intereses. Entre sus lineas descubrimos no sólo las reflexiones sobre el aprendizaje que le llevaron a cambiar los libros a los que tenían acceso estas pequeñas personas, sino que nos muestra el interés que fue suscitando en cada una de ellas diferentes temas como la arquitectura, la biología, los idiomas o la poesía. Apartados estos, que desde la educación convencional, no pueden tocarse hasta que una persona no alcanza determinada edad en la que ya el propio sistema ha podido romper todos los procesos que han suscitado nuestro interés.

Para mi la lectura no siempre fue un placer. ¿Quién no recuerda las interminables veces que nos hacían leer frases a las que se acompañaba con ripios?, como la típica "mi mama me mima" o "yo mimo a mi mama", frases que de tanto repetir llegan a vaciarse de sentido pues el único que escondían dentro de las aulas era que aprendiéramos la M o EME. En 5º de EGB tuve la suerte de encontrarme con una profesora que era además la hermana de una de mis amigas de juegos. Ella me acompaño un día hasta la biblioteca del colegio, un espacio que yo hasta entonces no sabía que existía. Aunque me enseño los libros de literatura que se suponía podían ser de mi interés por la edad que tenía, como la famosa serie de "Los cinco", pronto descubrí que había más estantes y otros libros que suscitaron mi interés. Poco a poco fueron cayendo libros en mi mano que también manejaban mi hermana, cinco años mayor que yo, y sus amigas. Así leí libros que supuestamente no estaban escritos para mi edad como "Demian" de Hermann Hesse y es cierto que en esa primera lectura de la obra no era capaz de acceder al mundo filosófico de Hesse pero recuerdo que me conectaba con experiencias de mi pronta adolescencia (que se inicio bruscamente con la llegada de mi regla a las 9 años) y sin saber muy bien como me mostraba respuestas a preguntas que por aquel entonces ni yo era capaz de concretar.

Tengo que confesaros que hasta que no leí el ensayo de Daniel Pennac, "Como una novela", (título que por otra parte hace referencia a la facilidad y apasionamiento con que se puede leer este ensayo) creía que era algo "anormal", que había que esconder a los demás a no ser que fuera en la intimidad de una relación, el echo de que me gustara leer en voz alta compartiendo mi lectura con alguien o que lo hicieran por mi. Quizás sea realmente algo "anormal" en esta sociedad en la que vivimos puesto que deja, muchas veces, de ser la norma, en cuanto la persona alcanza la edad de leer por una misma. Hace un par de años una madre preocupada por el proceso de aprendizaje de lectoescritura de su propia hija, me decía ¡¡¡es que, no se que más hacer!!! La niña siempre dejaba, de sus deberes escolares, la lectura para la noche, momento en el cual ya estaba cansada, no quería hacer ese ejercicio y todos sus males su juntaban en una rabieta. ¿Sigues leyéndole? le pregunte. La madre, convencida ya por los argumentos educativos de la escuela, seguía las indicaciones de los maestros y forzaba a su hija a hacer las cosas que ya podía hacer por si misma sin recurrir a la presencia de su madre. 

La presencia, cuando hablamos de educación o de procesos de aprendizaje, no consiste sólo en quedarnos ahí "presentes" como estatuas, mientras vemos por ejemplo, como lee mi hija o contabilizando las palabras por minuto que son capaces de leer las personas de 7 años con un contador de palabras y otro de minutos. La presencia, desde mi punto de vista, tiene que ver más con como acompañamos ese proceso y como asistimos las necesidades que esa persona nos muestra en relación a su proceso. Podemos acompañar, a estos pequeños investigadores, a desembolse en una biblioteca, en todas sus secciones, podemos asistirle en la búsqueda de libros por temáticas, asistirle para acceder a libros que, de otro modo, la mirada "protectora" (hacia los libros) de cualquier bibliotecario frene su insaciable necesidad de conocimientos... pero sobre todo podemos compartir ese mágico momento de la lectura y seguir leyéndonos aquello que nos ha hecho vibrar, aquello que les hace vibrar. No relegar el placer que comporta compartir una lectura a los primeros años de nuestra vidas o la hora de irse a la cama.

Para terminar sólo quiero enumerar los diez derechos del lector con los que Pennac termina su ensayo:
  • derecho a no leer
  • derecho a saltarse las páginas
  • derecho a no terminar un libro
  • derecho a releer
  • derecho a leer cualquier cosa
  • derecho al bovarismo
  • derecho a leer en cualquier lugar
  • derecho a hojear
  • derecho a leer en vos alta
  • derecho a callarnos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario